Entre los pliegues las sombras
arrastran las huellas oxidadas en el concreto.
La mente del loco se divide,
impaciente, la almohada recorre el sermón de ronquidos trasnochados.
El cuerpo desvalija las mañanas,
acechando al cuello las palabras atoradas en el pecho.
La noche es el rostro del tintero.
Ilustración :Jaiku Falcon
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