miércoles, 30 de enero de 2013

Cena

me molseta vivir sola, luego me siento un mueble olvidado, como una mesita telefonica a la mitad de una carretera por donde nadie ha transitado y llueve. Un timbre lejano resuena con ganas y las copas se rompen cobardes en una hilera de estupidas desgracias. Pienso en ti: te veo sobre un tablero de ajedrez vestida de reina del siglo XVIII, de negro, sonries y avanzas por los cuadros de tres en tres, de frente o recorriendo en diagonal el centro del tablero. Un arlequin salta a la escena y los jugadores, con mano precisa lo colocan fuera. Son las ocho de la noche. EN pocos minutos terminara la jornada y el aullido de un perro resuena a lo lejos. El agua en la estufa ya esta hirviendo. La vela encendida chorrea hasta el suelo. Vamos a cenar.

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