jueves, 2 de marzo de 2017

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Ubicación Inicio Reseñas Presentación del libro “Versos per… versos” de Yamily Falcon*
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Antes de comenzar agradezco la invitación a Obed González Moreno para presentar este poemario sobre todo porque cada cita con la poesía es un descubrimiento donde se revela el alma y una fiesta de palabras que bailan en torno a emociones; sentimientos, pensamientos. Un encuentro con la poesía es también el encuentro con uno mismo.
Gracias también a Yamily por brindarnos esta ventana donde en primera instancia en ¨Las mías bastardas¨ se asoma un diálogo íntimo, un cuestionamiento constante  ante lo indecible, que tiene muchas caras y ninguna; como en el poema “Manías” donde confronta el miedo con la muerte, la observa cara a cara y dibuja el fantasma del miedo a la no trascendencia, ya que el fantasma es sustancialmente un muerto que no trasciende. Así ella misma nos dice en su poema “Alcantarilla”: ‘en la boca de alguna alcantarilla la muerte agoniza´ y termina ‘es como masticar el humo del incienso de mis labios’.
En este mismo ejercicio de contemplar la muerte se desenmascara a la otredad, que según Octavio Paz “se confunde con la religión, la poesía, el amor y otras experiencias afines“.
Más adelante, la poeta cohabita en sus versos entre el cielo y el infierno; va y viene de la luz a la obscuridad, en un simbolismo como el que también Arthur Rimbaud utilizó en su obra “Una Temporada en el Infierno”, con palabras dichas en un estado de alucinación visionaria; es un viaje a una zona impenetrable a donde sólo ha llegado la poeta para descifrar a Dios y a la muerte; ambos se complementan en un viaje revelador para en efecto debelar el propio infierno. Todos tenemos un infierno, pequeño o grande que nos acompaña. En esta primera parte del poemario se refleja el sentir de quien cumple una condena en vida o en el purgatorio de Dante donde no hay piedad.
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Versos per… versos
Yamily Falcón
Editorial Trajín, México, 2016.
Así en el poema “Expiación”, con vehementes palabras desmenuza el sentimiento de quien le arrebatan la vida por amor, —y a quien se arrebata la vida se viste de fantasma—. Cuando alguien se compra un corazón es porque se lo han arrebatado o implica un acto desgarrador por encontrar desesperadamente el propio.
En este encadenamiento también surgen ‘las bastardas’ que la poeta nos remite; un ser que se extravía en las tinieblas y que sólo se reconoce a sí misma en momentos vacuos donde se encuentra, y retrocede ante el reflejo de ser sólo un ente incompleto. En ese sentido continúa hasta expiar la culpa, que se deshecha y luego se sujeta a ella como a una malquerida necesaria para respirar. Es un suspiro y a la vez la sombra con la que se vive, así dice en el poema “Desarmar el orden del recuerdo”: ‘El alma no se lava como las canas no se marchan.’ Y más adelante persiste con el verso ‘las bastardas no tenemos sueños’, en el poema “Con el filo de la noche”; las bastardas no tienen sueños pero sí coexiste ‘la culpa’, que no abandona pero sí encarcela el alma.
Posteriormente, en la segunda parte del poemario que se titula “Los dobles del doble filo”, nos ofrece singulares imágenes como en el verso ‘la corteza del alma’, y versos como ‘en lo incierto está el doble filo, ese filo que llevas contigo, que te corta y abona, que revela en las venas el vacío’.  Aquí la poeta, pasa del miedo a la intensidad del sentimiento vivo y determinante. Trasciende en sus poemas el tiempo y se reencarna a sí misma en el instante en que la palabra es dicha, y los versos hablan a través del lector que revive esas alegorías. Pasado y presente se conjugan en un mismo tiempo, el único tiempo singular e irrepetible de uno mismo, y donde somos más nosotros que en cualquier otro momento, donde se es ‘libre para ser quien eras’, así dice Yamily en el poema “La memoria avanza”. Libertad es concepto y verbo que se manifiesta en versos que fluyen incesantes, en que la poeta nos brinda su propia experiencia en el mundo, en una metamorfosis u operación alquímica -nos diría Octavio Paz- que colinda con la magia, la religión y otras tentativas para transformar al hombre y hacer de ‘éste’ y de ‘aquél’ ese ´otro´ que es él mismo.
La poeta nos revela el simbolismo de hallarse entre la vida y la muerte, estar al filo, en esa ´otredad´ como nos refiere en el verso ‘hallarse con el dedo en el gatillo’.
Con sus poemas, se embarca en un viaje a los intersticios de su propia vestidura, de ese ‘vestido blanco’ del cual se despoja, para verse en varios espejos, hipotéticos pero no por eso irreales. Así en ¨Los ojos del espejo¨ se percibe el reflejo de vivencias íntimas donde abandona los adornos y nos acerca a las entrañas de su sombra para después percibir que ‘Rumiando/se alejan/los ojos del espejo’.
Con la misma pasión salta y se zambulle en el poema erótico para elevarse victoriosa. Decía Platón, el poeta es un poseído; aquí ella se posee a sí misma y nos regala hermosas imágenes como ‘penetro en tu cuerpo hojeando tu cabello, acorralo el húmedo flujo que reproducen las ansias de tu mirada, estas ligeras piernas te arrinconan, van tensando las ingles severas. Libera el pudor del alma primera’.
En la última parte “Al borde de los versos” -al borde del lenguaje diría Paz y lo llama ‘silencio, página en blanco, un silencio que es como un lago, una superficie lisa y compacta. Dentro, sumergidas, aguardan las palabras”-. Yo agregaría aludiendo a la poeta, en ella las palabras surgen desde la raíz y de la esencia infinita del amor con todas sus contrariedades, en todas sus aristas y sus formas. Con la misma fuerza que nos habla de esa muerte subjetiva  -porque todos los días morimos un poco-, nos habla del amor; dice Schopenhauer ‘el amor es la compensación de la muerte, su correlativo esencial; se neutralizan, se suprimen el uno al otro’.
En esta serie, Yamily nos abre una nueva ventana con versos contundentes y determinantes; se asoma una feminidad con carácter; con imágenes abstractas y conceptuales que hablan de una realidad que traspasa los sentidos, los absorbe y los recrea. En el poema “Entre sombras mira al cielo” escribe “descalzar los pasos/mendigar la luz del día/ Algo anda por dentro, un agujero negro/un disparo en el viento/la curva inoportuna del pensamiento/Nada sosiega al miedo/Entre sombras mira al cielo/.
Mientras que en el poema “Anhelo”, la representación sutil y pura del deseo romántico se desviste cuando escribe ‘el simple anhelo de pasear en tu mirada’. El poeta diviniza como el místico y ama como el enamorado”, dice Octavio Paz. Me atrevo a decir que así ama Yamily, en estos versos en que se desdobla entre el amor carnal, el prohibido;  y en su contraparte cuando nos profiere del miedo a la muerte pero se muestra desnuda ante la vida. En “Tirones” nos dice ‘Deambula el miedo sobre la almohada/ los sueños se fugan dejando el alma desarmada’.
La pasión no consumada que a la vez consume y devora, se guarda con celo a sí misma en el poema ‘Pretender’, para no desbordarse y perderse; prefiere evadir la despedida, como ella misma dice en sus versos: ‘No me despido porque mi andar tiene piernas largas’, y más adelante confirma ‘sólo se despide aquél que está perdido’.
En un deambular lúdico también pasa a desandar el camino del anhelo. Navega a través del amor romántico, del amor vacío, del amor erótico y dibuja su lado oscuro que aunque profano existe, y se realiza en un silencioso sueño interior, como en el poema “Arrebato” que nos dice: ‘En las alas del sexo bocanadas de aire entran y salen/ Músculos punzantes, deseo puro todo dentro del juego/Los cuerpos prensando al fuego recorren cada poro con los índices/A tirones el cabello sin aliento queda/Arrebátame el tiempo.
También en el verso ‘no hay pan que engañe el hambre que me das’, la poeta deja volar el deseo del ‘otro’, lo libera. En un acto presente los versos van cobrando vida, y en este universo metafórico de cosas cotidianas y sentimientos entrelazados se vislumbra su propia voz, en un altibajo de emociones descarnadas e imágenes que ponen el dedo en la llaga, ahí donde lo inesperado sucede. Los poemas se van sosteniendo uno a uno en un ramaje enarbolado, y van tejiendo una historia de muchas vertientes, que acaban en una conclusión ajena, en una historia nueva.
Este poemario y la poesía en general pone en evidencia que somos seres inacabados, aventados al mundo a vivir múltiples vidas; a soñar múltiples sueños, para darnos cuenta que no hay un principio ni un final, sino un constante movimiento del ser que nos lleva a distintas circunstancias, en cada una de las cuales la finalidad es manifestar nuestra esencia como un alumbramiento; diría el poeta José Gorostiza “la poesía ha sacado a la luz la inmensidad de los mundos que encierra nuestro mundo”.
Dejemos entonces que el alma vuele, que la poesía nos encuentre con tinta en las manos, porque como diría Yamily “sin tinta: las manos no son nada”.
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*Texto leído durante la presentación del libro Versos per… versos de Yamily Falcón el día 11 de noviembre de 2016 en el Salón principal de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM).







Para citar este texto:

Hassey Murillo, Leslie Aimee. “Presentación del libro Versos per… versos de Yamily Falcon” en Revista Sinfín, no. 23, año 4, México, marzo 2017, 49-51pp. ISSN: 2395-9428: http://www.revistasinfin.com/revista/



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